Del total de productores que dejaron de sembrar soja, el 31% corresponde a la provincia de Buenos Aires, 26,6% en Córdoba, 17,8% en Santa Fe, 7,2% en Santiago del Estero y 6,5% en Entre Ríos.
El Instituto Nacional de Semillas (Inase) puso en números una tendencia que viene marcando el rumbo de los productores agrícolas en Argentina: 1,7 millones menos de hectáreas destinadas al cultivo de soja respecto de la campaña 2021-2022. Esta caída refleja una reconfiguración en la que la oleaginosa protagonista del boom de los commodities de la primera parte del siglo XXI, va perdiendo terreno frente a otros cultivos, en especial el maíz y el trigo.
El fenómeno, que no es reciente, tiene su origen en la campaña 2013-2014, cuando la llanura pampeana empezó a dejar de ser el «mar de soja» que inspiró al gobierno de Cristina Kirchner a aplicar políticas como las retenciones a las exportaciones. Estas medidas, que en su momento fueron vistas como un pilar para financiar el superávit fiscal, resultaron en un contexto económico marcado por la volatilidad internacional y la crisis subprime, la cual dejó secuelas en el campo. De hecho, hasta el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) reconoció que los derechos de exportación son «distorsivos», invitando al gobierno de Javier Milei a reducirlos.
A lo largo de los años, los productores de soja aprendieron a rotar los cultivos, una práctica que se ha demostrado más eficiente y sustentable a largo plazo. Este cambio no fue comprendido de inmediato por las autoridades, pero los agricultores, al ver los efectos negativos sobre el suelo y la rentabilidad del monocultivo, empezaron a priorizar la diversidad de cultivos. Mientras que en 2014 había cinco hectáreas de soja por cada lote de trigo o maíz, actualmente la relación está equiparada, lo que marca un giro significativo en el panorama productivo nacional.
El impacto de la pandemia y el cambio en las decisiones productivas
La pandemia de COVID-19, que paralizó economías en todo el mundo, forzó a los productores a replantear sus estrategias. Ya no se trataba solo de una simple ecuación rendimiento-precio, sino que el deterioro del suelo causado por la soja empezó a verse como una hipoteca futura para la productividad agrícola del país. Este análisis se reflejó en un informe de la consultora Agrobrokers, que proyectó que Argentina produciría 51 millones de toneladas de maíz en 2021, exportando 36 millones, más del doble que en 2010. Por otro lado, en trigo se repitió un patrón similar.
En cuanto a la soja, su protagonismo fue disminuyendo con el paso de los años. Mientras que en 2010 se exportaron 9,5 millones de toneladas de soja de las 54,4 millones cosechadas, en 2021 la cifra cayó a 6,3 millones, a pesar de que la producción de granos se mantuvo relativamente estable, con 52 millones de toneladas.
Este cambio de foco de los productores no solo obedece a razones económicas, sino también a la necesidad de un modelo agrícola más equilibrado y sustentable.
Una de las principales razones de este ajuste productivo fue la baja de retenciones a cultivos como el maíz y el trigo, implementada durante el gobierno de Mauricio Macri. Esta medida dio un nuevo aire a los productores, que ahora podían obtener un mejor rendimiento de esos cultivos, lo que terminó de consolidar el reacomodamiento de la matriz productiva de Argentina.
Los números de la siembra y el contraste con Brasil
Los últimos datos del Inase reflejan cómo la siembra de soja sigue perdiendo terreno en el país. En la campaña 2024/25, se registraron 54.055 empresas que sembraron soja, una cifra que representa una disminución en comparación con los 55.148 de 2023/24, los 56.991 de 2022/23, y los 60.619 de 2021/22. Esto implica que 6.500 productores abandonaron el cultivo de soja en solo cuatro años, con un descenso de 31% en la provincia de Buenos Aires, 26,6% en Córdoba, y 17,8% en Santa Fe, 7,2% en Santiago del Estero y 6,5% en Entre Ríos entre otras provincias productoras.
A pesar de esta tendencia de diversificación en Argentina, en Brasil la historia es diferente. En el país vecino, la siembra de soja continúa en expansión, y se espera que para la campaña 2024/25, se destinen 48,6 millones de hectáreas al cultivo, un 2% más que en la temporada anterior. Este crecimiento se produce en un contexto económico que, aunque presenta «restricciones crediticias e incertidumbres geopolíticas», sigue siendo favorable para los productores brasileños.
Por su parte, el Gobierno argentino acaba de anunciar una «baja permanente» de los derechos de exportación, lo que podría generar un nuevo impulso en el sector agrícola. Con esta medida, la soja pasará de tributar 33% a 26%, el maíz y sorgo de 12% a 9,5%, y el girasol de 7% a 5,5%, lo que podría hacer más atractivos los cultivos y mejorar la competitividad en el mercado internacional. (Con información de Noticias Argentinas)